Aproximando una definición

APROXIMANDO UNA DEFINICIÓN 


Didácticamente hablando, el diagnóstico constituye la segunda fase del método básico de Trabajo Social y se define como nexo entre el estudio de la situación y la intervención planificada. Evidentemente no se puede hablar de diagnóstico y no mencionar a la Gran Madre. Su obra me parece fascinante. A pesar de estar escrito en un momento histórico muy diferente al actual, muchas de sus ideas gozan de una importante vigencia y aplicabilidad a la vida contemporánea. Pues según Richmond (1917), un diagnóstico es el proceso mediante el cual la trabajadora o trabajador social trata de definir la situación y personalidad de una persona con alguna carencia social. ¿Te das cuenta que ha dicho definir la personalidad? pues si cariño. Ya hace más de 100 años que la obra maestra de Richmond sentenció que la personalidad, hoy entendida como la dimensión subjetiva del ser humano, es objeto del diagnóstico en nuestra profesión. Como puedes observar, menciona tanto la personalidad como la situación en su definición, sentando las bases de la construcción del objeto de nuestra disciplina.

Más recientemente, la notable trabajadora social clínica Helen Norten (1995) define el diagnóstico como el “proceso mediante el trabajador social clínico, con la máxima participación del cliente, adquirió una comprensión diferencial y precisa de la gestalt persona-familia-situación” (p. .164). Esta definición vuelve a hacer énfasis en las dimensiones básicas del objeto disciplinar y además, incorpora de forma limpia la participación activa de la persona consulta en el proceso. Este elemento participativo y democrático es un estándar en gran parte de los modelos de Trabajo Social desde hace décadas, siendo el Trabajo Social Clínico la especialidad que más se ha ocupado del asunto.

Hay una definición que me gusta especialmente y que vengo utilizando de manera sistemática hace años en mis cursos de formación en materia de diagnóstico y metodología de evaluación clínica. Es la definición de María José Aguilar (2013). En su obra, define el diagnóstico como un proceso dialógico de recogida, elaboración y sistematización de información, para conocer y comprender una serie de elementos de la situación de la persona:

a)          Los problemas y las necesidades.

b)          Sus causas y dinámica evolutiva.

c)          Los factores protectores y de riesgo.

d)          Las tendencias que se prevén para la situación.

 

Una de las cosas que me resulta muy interesante de esta definición es que hace una distinción clara entre problemas y necesidades. Realmente es cansino leer tantas definiciones en materia de Trabajo Social que reduce nuestra labor exclusivamente a las necesidades de las personas, obviando todo lo demás. Y normalmente reduce las necesidades a la de subsistencia (dinero, trabajo y casa). Esta es la cruz que nos toca pagar por la fusión, casi simbiótica, con los Servicios Sociales públicos, y más específicamente con el paradigma del binomio necesidad-recurso, más famoso casi que la misma Richmond. El sinhogarismo es el problema psicosocial, y la seguridad y protección física y psicológica es una de las necesidades que se ven afectadas en esa situación, entre otros elementos. La depresión es el problema psicosocial, la necesidad de relacion e intercambio afectivo es una de las necesidades basicas afectadas en esta situacion. Centrarse únicamente en la necesidad, hace perder de vista el bosque, y de este modo, tener una visión muy reducida de la situación a abordar. Por tanto, hemos de tener en cuenta tanto como problemas (y las necesidades al completo).

Aguilar (2013) añade en su definición, que el proceso de diagnóstico debe servir, para actuar sobre la situación y promover un cambio. Es decir, no se hace este trabajo únicamente por conocer, sino que se hace para contribuir a cambiar las cosas. Aquí radica el criterio de pertinencia de un diagnóstico. La pertinencia es un criterio que responde a la pregunta ¿Es el momento apropiado para realizar un diagnóstico? Un diagnóstico ha de realizarse (y actualizarse) cuando vaya a ser utilizado para tomar decisiones y/o llevar a cabo una intervención para el cambio de una situación determinada (Aguilar, 2013), de resto, realizarlo no procede. En su lugar, quizás sea necesaria una valoración, que consista en conectar necesidades y recursos. 

Pues bien, hasta aquí lo que queda claro, teniendo en consideración gran parte de las definiciones clásicas y contemporáneas del diagnóstico, es que:

1.          Se trata de un proceso. No es una acción puntual. Tampoco es, como muchos piensan, escribir una frase con palabras técnicas rebuscadas para etiquetar una situación. Se trata de un proceso. Se trata de un vídeo, más que de una foto. Requiere de atravesar por una serie de fases y, para eso, es necesario tiempo. La falta de tiempo es el gran escollo del Trabajo Social en gran parte de las instituciones y factor determinante en la precarización de su trabajo.

2.          Se recoge información, y luego se elabora y sistematiza. ¿Para qué? Para poder comprender la situación. El Diagnóstico Clínico Contextual (DCC) de este libro no sólo te ayudará en la labor de elaboración y sistematización de la información del estudio, sino que te facilitará la vida para comunicarla de forma rigurosa y científica.

3.          Se ocupa de lo de adentro y de lo de afuera. Como ya vino diciendo, el diagnóstico requiere evaluar tanto los factores y variables relativos a la persona, el entorno y la interacción dinámica entre ambos.

4.          Se llega a una conclusión sobre el problema que presenta la situación. Esto implica que hay que verter una opinión profesional sobre lo que está sucediendo y proponer soluciones. Si si si. Hay que mojarse, y no sólo resumir información, como sucede tantos churros sociales. Ups, no. Queria decir, informes sociales. Esto te quedará más claro después de leer el siguiente apartado de este capítulo sobre evidencia e inferencias.

Personalmente, definio al diagnostico de Trabajo Social de este modo:

Proceso que realiza de forma exclusiva el profesional del Trabajo Social, mediante el cual conoce, comprende y construye una explicación sobre la relación dinámica que existe entre la persona, su subjetividad y el entorno que la rodea. El diagnóstico de Trabajo Socia es especialmente pertinente en situaciones en las que se ven comprometidos el bienestar psicosocial, la salud conductual, la justicia social y los derechos humanos. Esta acción se realiza con la finalidad de promover un cambio en la situación y/o facilitar la toma de decisiones. El proceso está conformado por un estudio psicosocial, una tesis descriptiva, una tesis diagnóstica y una tesis prospectiva. El diagnóstico es un proceso científico, constitutivo, provisional, parcial, singular, obtenido e ideológico. 



Veamos con más detalle cada una de sus características.

Científico. Esto es una obviedad sostenida, lo sé. Pero conviene recordarlo. El diagnostico es un proceso basado en el metodo cientifico. Al fin y al cabo es una investigación de caso único. Contiene una hipótesis, un método para la recogida de información, un método sistemático para el análisis y procesamiento de la misma, y ​​​​unas teorías científicas y sistemas de clasificación diagnóstica en base a los cuales extraer conclusiones operativas.

 

Constitutivo.Los problemas de la vida de la gente no se descubren con el diagnóstico, sino que se construyen como consecuencia del mismo. El diagnóstico no es una fotografía de campo de la realidad. Los problemas de la gente no existen hasta que son mirados, pensados ​​y manifestados en una conversación dentro en una relación profesional. En este sentido, como podrás comprobar, tengo una mirada un tanto más construccionista. Así, entendiendo que el diagnóstico se construye a través del lenguaje y en la interacción social. Con esto no quiero decir que los problemas de la gente no existen antes de llegar a la consulta. Claro que existen, con o sin diagnóstico. El quid de la cuestión no es si existe o no, sino qué significan, qué sentido tienen, cuál es su gravedad. Ahí radica la relevancia de todo en este mundo: en el sentido. El sentido a una situación se lo aporta variables como: la intensidad, la duración, la relevancia, la trascendencia, la opinión pública, la gravedad que le atribuye la ciencia, los recuerdos biográficos que se recuerdan, las causas que se le asocian, y un largo etcétera. Y todas esas variables están atravesadas, e irremediablemente determinadas, por los discursos, los saberes científicos, las preguntas que hacemos y las que callamos, lo que decimos y cómo lo decimos... En resumen, lo que tú y la persona conversan sobre su situación, y las conclusiones diagnósticas a las que llegan, son constitutivas de la realidad, pero no la representan. y un largo etcétera. Y todas esas variables están atravesadas, e irremediablemente determinadas, por los discursos, los saberes científicos, las preguntas que hacemos y las que callamos, lo que decimos y cómo lo decimos... En resumen, lo que tú y la persona conversan sobre su situación, y las conclusiones diagnósticas a las que llegan, son constitutivas de la realidad, pero no la representan. y un largo etcétera. Y todas esas variables están atravesadas, e irremediablemente determinadas, por los discursos, los saberes científicos, las preguntas que hacemos y las que callamos, lo que decimos y cómo lo decimos... En resumen, lo que tú y la persona conversan sobre su situación, y las conclusiones diagnósticas a las que llegan, son constitutivas de la realidad, pero no la representan.

 

Provisional. La situacion de la gente es tan dinamica como la vida misma. Por esa razón el diagnóstico de hoy, mañana habrá caducado. Es cierto que las conclusiones a las que llegamos en un momento determinado tienen una vigencia operativa que permite guiar la intervención durante un tiempo determinado, pero no son eternas. Esto implica que el diagnóstico es un proceso vivo. La evaluación se mantiene activa durante todo el proceso de intervención y resulta útil actualizar el diagnóstico cada 6 meses (siempre y cuando se siga interviniendo en la situación).

Parcial. Solo tenemos acceso a un porcentaje mínimo de la biografía de la persona. Esto ya impide de base el acceso a la globalidad de su situación. Hemos de bajar de las nubes pretendiendo “ser holísticos”. Bien le gusta a la gente ese termino. Eso no es posible. Es una utopía. Pero además, nuestro conocimiento es limitado. Ni lo sabemos todo, ni todo lo que sabemos es absoluto en sí mismo, porque el alcance de lo que podemos conocer y cómo lo interpretamos está por determinadas teorías, modelos y métodos en los que estamos alterados. Y aún no conozco a nadie que los domine todos. Por ejemplo, una profesional educada, instruida en el modelo sistémico, observará una serie de elementos y llegará a una serie de conclusiones diferentes a una profesional instruida en un modelo cognitivo-constructivista. Esto en sí no es un problema. Es una condición de la existencia de las ciencias. Es lo que hay. Así que asumamos que nuestro diagnóstico es y será siempre parcial.

Singular. Para hacer un buen diagnóstico, primero hemos de entender bien la vida de la persona desde su propio punto de vista, para luego poder interpretarlo bajo el paraguas de la cultura y las ciencias sociales. De este modo, hemos de manifestar un respeto disciplinario y un compromiso con las características singulares de la persona; una curiosidad constante por sus descripciones y la forma de atribuir sentido a su experiencia. Con singular no me referí a lo individuo. Lo singular es aquella parte de nosotros y nosotras donde vive el otro. Es la intersección entre el mundo y nuestra subjetividad. En palabras de Saul Karsz (2007) , lo singular es una versión específica e inédita de lo universal, lo universal encarnado, lo universal hecho carne y hueso.

 No somos seres originales; el Otro vive y pervive en nosotras, influyendo nuestra forma de ser y estar en el mundo. Lo que pensamos y sentimos no es algo íntimo; es un acto público experimentado en privado. Mi identidad no es mía, ni tuya; es nuestra. Por esa razón, por dentro me parezco a ti.

Participada.Creo que es una obviedad, pero conviene recordarlo. Es imposible hacer un diagnóstico sin participación activa de la persona. Habrá gente que piense que por el simple hecho de que se le haga entrevistas ya está participante. No cariño, no. La participación activa va más allá. Implica conocer su punto de vista y el sentido que le da a la situación: ponerse en sus zapatos. Conocer su teoría sobre el problema y también su teoría sobre la solución. Requiere compartir nuestras conclusiones con la persona y dar la oportunidad de que sean refutadas. Co-construir las conclusiones sobre la situación y co-construir el plan para abordarla. Esto no quiere decir que sea la persona la que haga el diagnóstico. Si no, ¿para qué nos pagan? Quiere decir que, aunque las conclusiones sean finales formuladas de forma exclusiva por el profesional,

Ideológica . Hacer un diagnóstico no es un proceso neutral, es un proceso ideológico. La neutralidad no es posible en Trabajo Social ni en ninguna otra ciencia. Si es posible actuar con objetividad: un diagnóstico es más objetivo cuanto más se acerca a la ciencia.; pero no es posible ser neutral. Para serlo hemos de estar fuera de la situación, y esto no es posible. Ya hace mucho que se ha superado en Trabajo Social la presunción moderna que separa el sujeto y objeto (trabajadora social-persona) en entidades independientes (Zamanillo, 2018). Tú y la persona consultante son una unidad en relación. Estás involucrada en la situación desde el momento en que tomas contacto con la persona. Tu propia singularidad, tus creencias, emociones, percepciones, biografía, tu identidad disciplinaria, etc., se encuentran irremediablemente involucrados en la relación, en mayor o menor grado. 

Los hechos existen, pero son mudos: los hacemos hablar a través de nosotras, interpretándolos… Por eso es imposible la neutralidad.

A la hora de intervenir, estamos irremediablemente determinados por las ideologías. Las ideologías , según Saül Karsz (2007) son el conjunto de normas, valores, modelizaciones e ideales que conforman tanto la subjetividad e intimidad individual como la convivencia pública y las interacciones familiares y sociales. Las configuraciones ideológicas orientan la conducta individual y sociocultural, influyendo en los pensamientos, los afectos, los discursos explícitos (por ejemplo los informes) e implícitos, las prácticas materiales y las configuraciones institucionales. Tienen la característica de que no pueden ser neutras, siempre son parciales. Además, son cambiantes, dinámicas y se alían y contraponen constantemente entre ellas.

Karsz (2007) no niega la existencia de normalidad-no normalidad ; da por hecho que existen situaciones normales, poco normales o nada normales. No obstante, considera que se trata de una normalidad , no de la normalidad. Esta normalidad está históricamente y socioculturalmente construida, atravesada por una relatividad histórica, psíquica y sociocultural. Es precaria, pasajera, mortal (Karsz, 2007, p. 56).

De este modo, una de las características irremediables del diagnóstico de Trabajo Social (y de otras muchas profesiones) es su no neutralidad. Esto tiene sus ventajas y riesgos para la intervención. La manera de atenuar la influencia negativa de la parcialidad en nuestro quehacer profesional es “dar cuenta”; identificar, de la manera más rigurosa posible, los criterios que estamos utilizando en nuestro quehacer cotidiano, y en concreto, con la situación que estamos evaluando. Si estos criterios son objetivables y contribuyen a beneficiar a la persona (y no perjudicar a terceros), consideramos que la ideología y la parcialidad repercuten ventajas más que inconvenientes. 


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